
El que no haya estado enamorado que tire la primera piedra. No quien no haya amado. No es lo mismo el amor que el enamoramiento. Especialmente cuando no se es correspondido. El amor no correspondido se interpreta como una tragedia (lo que posiblemente es) y se acepta como tal. Pero el enamoramiento no correspondido suele comportar la técnica de golpearse la cabeza contra un muro. Contra un muro que no se puede derribar. Contra un muro de carga. Cada intento por hacer que esa persona repare en nosotros, por hacer que vuelva a sentir como antes, por hacer que nos otorgue una nueva oportunidad es un nuevo golpe contra el muro. Cuando lo que hay que hacer es escalar ese muro. Pasar al otro lado y continuar con nuestro camino. Pero muchas veces somos Humpty Dumpty. Sentados encima del muro. Esperando las inciertas promesas de un rey o una reina por los que lo hemos dado todo. Y sin poder bajar. Para acabar como él: rotos. Rotos por los golpes contra el muro.
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