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Damiselas en apuros
Ruggiero rescató a Angélica, San Jorge rescató a la princesa. Históricamente, el rescate ha sido un acto machista en el que la mujer, completamente impotente, esperaba la llegada del macho que la salvaría. Pero haciendo un ejercicio de abstracción hasta ver el acto en sí mismo ¿Por qué la idea del rescate es tan atractiva? ¿Deseamos secretamente ser rescatados? En una sociedad en la que valerse por uno mismo es signo de éxito y control personal, desear ser rescatado es simplemente vergonzante, especialmente, por lo ya citado, para las mujeres. Porque pensando en el rescate hay que analizar inmediatamente las propias ideas acerca de la esperanza. ¿Cuánto deberíamos esperar a ese caballero andante de la brillante armadura en su caballo blanco? Porque quienes mantuvieron la esperanza fueron recompensados, recompensadas en este caso: Penélope esperó a Ulises, Rapunzel esperó al príncipe ciego. Pero hubo quien esperó sin resultados: el amor de Ofelia no pudo más que los deseos de venganza del príncipe danés, la Sirenita murió por no matar al objeto de sus amores, Melibea se suicidó cuando Calisto murió. Quizá el secreto esté en saber rescatarse a uno mismo.
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